Parto

¿Qué es la violencia obstétrica?

La violencia obstétrica se ejerce durante el embarazo, el parto y el puerperio, y afecta a dos de cada tres mujeres según Women and Birth. Una realidad que se debe visibilizar advierten las asociaciones. Lucía (nombre ficticio) tenía 31 años cuando dio a luz a su primer hijo. Lo que en un principio pensó que era un parto rutinario, con el tiempo se transformó en una experiencia difícil para ella: “Tuve que informarme para darme cuenta de que muchas cosas que me hicieron no tenían que ser así, de que realmente no fue mi culpa”, confiesa. Era su primer parto, estaba nerviosa y tenía miedo. La vorágine de emociones le afectó a la hora de empujar: “Me sentía vulnerable y sin fuerzas”, expresa. En ese momento echó en falta un trato más humano. El equipo médico que la atendió le practicó una episiotomía sin avisarla. Se enteró cuando notó el corte en la vagina. “Lo único que me decían las matronas era que si no empujaba iban a llamar al médico y que eso sería mucho peor para mí” relata. Finalmente, el médico llegó al paritorio y la intentó calmar asegurando que iba a recibir una “pequeña ayuda”. El sanitario apoyó el brazo en su barriga y ejerció gran fuerza para que el bebé saliera lo antes posible. Era la práctica Kristeller prohibida en algunos países de la Unión Europea y no recomendada en España debido al riesgo que supone tanto para la madre como para el recién nacido.   Lucía: «Me sentí vulnerable y sin fuerzas» Una violencia codificada como violencia machista   Ahora Lucía cree que sufrió violencia obstétrica. Según el diccionario panhispánico del español jurídico es “la apropiación del cuerpo y de los procesos reproductivos de las mujeres por parte del personal de salud. Esto supone una pérdida de autonomía y de la capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres”. Incluso está codificado como un tipo de violencia machista en el Código de Violencia de Género y Doméstica. Lo que evidencia su carácter estructural y patriarcal. Datos En España dos de cada tres madres la han padecido según un informe de la asociación Women and Birth. El Comité de derechos de las mujeres de la ONU ha sentenciado a España con tres condenas por violencia obstétrica. A pesar de las cifras Elena Castelló fisioterapeuta y miembro de la Asociación El Parto es Nuestro asegura que se trata de una realidad invisibilizada por algunos sanitarios, quienes se amparan en la excepcionalidad de las circunstancias para justificar la violencia ejercida. Explica que se puede manifestar de manera directa a través de episiotomías sin consentimiento, uso de ventosa, fórceps o maniobras desaconsejadas por la OMS como la Kristeller. Pero también puede darse de una forma más sutil con amenazas, insultos, infantilización de la paciente o el impedimento al acceso a una información veraz. “Solo hace falta profundizar un poco para darnos cuenta de que muchas mujeres la han sufrido” remarca Castelló.  El Parto es Nuestro señala que dar a luz es un acto tratado desde el miedo. La asociación reivindica que es un proceso natural y fisiológico que no tiene por qué implicar una patologización. Por ello, son partidarias de dar a luz en casa o de seguir el ejemplo de otros países como Reino Unido con las casas de parto. En el año 2017 1273 madres dieron a luz en casa en España según cifras del INE.

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Nahia Alkorta

Condena ONU: Nahia Alkorta

Condena ONU: Nahia Alkorta Nahia Alkorta acude al Hospital Universitario de Donostia con 38 semanas de gestación tras romper aguas. Le inducen el parto que acaba en una cesárea llevada a cabo por residentes supervisados. Su abogada, Francisca Fernández, una de las fundadoras de la Asociación El parto es nuestro, considera que le hacen una serie de procedimientos que se pueden considerar como violencia obstétrica.   Denuncian, principalmente, la inducción del parto y la cesárea no consentidas, contrarias al propio protocolo del hospital. También la realización de la cesárea a manos de estudiantes con supervisión, de nuevo, sin consentimiento. Además de la separación entre la madre y el bebé sin necesidad aparente. Y la administración de biberones no consentida ya que habían optado por la lactancia materna. Este parto supuso un trauma físico y psicológico al violar la integridad física y moral de Nahia, además de su dignidad y su intimidad personal y familiar.  Nahia ha plasmado todo lo que sufrió en su libro Mi parto robado. Explica que el anestesista la dejó sola y la ridiculizó. Y que “al rato vinieron los ginecólogos y legaron las coacciones, las amenazas y la imposición de la cesárea”. Añade que le amenazaron con que le iba a pasar algo al bebé y sería su culpa: “Sentí muchas ganas de huir de allí, muchísima rabia e impotencia, pero no había escapatoria”.   En la cesárea sintió “una auténtica deshumanización”. “Me sentí como un cerdo en esa mesa”, explica Nahia. Y manifiesta su sospecha sobre que su cuerpo fue utilizado para una sesión lectiva no consentida. Además, añade, “en la separación yo pensaba que mi bebé había muerto porque no me informaban de nada”.  Nahia describe “mucho dolor físico y emocional”. No hubo tristeza, sino mucha conmoción. Añade que luego vino un vacío absoluto: “No tengo recuerdos de los tres primeros meses de mi primer hijo”, se lamenta. Más tarde desarrolló estrés postraumático, tocofobia (miedo irracional e incontrolable al embarazo y al parto) y otros trastornos psiquiátricos graves.  Nos cuenta que hoy en día las consecuencias siguen ahí ya que el proceso judicial no ha terminado. Siente rabia, maltrato, infantilización y, sobre todo, soledad.   Fernández explica que en los casos de Naciones Unidas “hacen unas recomendaciones de obligado complimiento al Gobierno español” (la última incluye hasta once) y denuncia que “no han cumplido ninguna” y “se han negado de pleno”. Por ello asegura que están “de nuevo en los tribunales para que se cumplan las decisiones de Naciones Unidas”.

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El caso Oviedo: Obligada a parir en el hospital

El caso Oviedo: Obligada a parir en el hospital El día 23 de abril de 2019, Teresa, embarazada de 42 semanas acude al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) para hacerse un chequeo médico. Como era un embarazo prolongado, el hospital le propone la inducción al parto. Ella se niega alegando, por un lado, que sus resultados de las pruebas habían sido positivos y por otro, que había manifestado previamente su deseo de dar a luz en su casa con una matrona privada. Esa noche comienzan las contracciones. Al día siguiente, dos policías vienen a buscarla con una orden judicial que dicta su traslado al hospital para hacerle una inducción al parto. Cuando llega al centro sanitario su bebé ya está en camino. El hospital considera que la dilatación está estancada, la duración del parto es demasiada, y la desproporción cefalopélvica (la cabeza o el cuerpo del bebé es demasiado grande para pasar por la pelvis) unida al cansancio materno justifican una cesárea. Por eso, la noche del 25 al 26 Teresa se enfrenta a un parto quirúrgico sin su pareja. Por todas estas razones, Teresa contacta con Francisca Fernández, abogada especializada en Negligencias Médicas responsabilidad civil y seguros, y una de las 20 mujeres fundadoras de la asociación El Parto es Nuestro. Ambas consideran que sufrió violencia obstétrica. Teresa, además, considera que, como víctima de abusos sexuales, se vulneraron sus derechos al negarle el hospital que los tactos vaginales los hiciera una matrona. Justifica esta decisión porque considera que “para una mujer que ha sufrido violencia sexual el momento del parto es muy crítico” y “despierta todas esas vivencias”.   A todo esto, Fernández añade que los padres no se negaban de pleno a la inducción, a pesar de que consideran “tiene muchos riesgos”. Y tacha de “engaño” la argumentación que le dieron a la jueza para conseguir la orden. Añade también que Teresa en ningún momento fue escuchada.  Agotados todos los recursos de justicia españoles han presentado la denuncia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde ha sido admitida. El caso Oviedo tiene como antecedente tres casos de violencia obstétrica en los que España ha sido condenada por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas. Fernández, representante de estos casos, espera que el Tribunal de Derechos Humanos los tenga en cuenta para sentar precedente.  

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“Sentí que me iban a partir la espalda”: La lucha contra la violencia obstétrica en Aragón

La asociación El Parto es Nuestro nació en 2003 para acompañar a las mujeres víctimas de violencia obstétrica María Catalán está embarazada de 30 semanas. Tuvo una mala experiencia en el parto de su primer hijo en el hospital. “Igual comparado con otras historias no es tan grave, pero reflexionar me ha hecho autoconvencerme de que yo no quería eso”. Ahora, busca apoyo para afrontar más tranquila el nacimiento de su segundo hijo. Catalán considera que ha sufrido violencia obstétrica, un tipo de violencia de género que el personal sanitario ejerce sobre los partos de dos de cada tres mujeres en España, según la revista Women & Birth. La asociación El Parto es Nuestro nació en 2003 con el objetivo de que las mujeres que han sufrido partos traumáticos pudieran compartir sus experiencias. Idoia Fernández es una de las mujeres que considera que ha sufrido violencia obstétrica. Madre de dos hijos, su plan inicial en el parto de Río, su primogénito, era dar a luz en casa. Cuando ya había dilatado 8 centímetros, las pulsaciones de su bebé bajaron, y decidió desplazarse al hospital por precaución. Allí, ignoraron todas sus peticiones. Una de ellas, no tener que someterse a una maniobra Kristeller, que consiste en presionar el fondo uterino de la gestante durante la segunda fase del trabajo de parto para potenciar las contracciones uterinas y así, reducir la duración del periodo expulsivo. “Sentía que me iban a partir la espalda”, recuerda Fernández cuando habla del dolor que sufrió. Esta técnica se ha prohibido en países como Reino Unido, ya que puede causar desgarros en la madre o problemas craneoencefálicos en el feto. La Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad también la desaconseja, pues resulta “ineficaz en la reducción de la duración de la segunda etapa del trabajo de parto”. EL PLAN DE PARTO Según el Ministerio de Sanidad, el ‘Plan de parto’ es un documento en el que la mujer puede dejar constancia de “sus preferencias, deseos, necesidades y expectativas sobre el proceso de parto y el nacimiento”. Esta información no sustituye a la atención que el equipo sanitario proporciona a las mujeres durante el embarazo, pero, junto a las sesiones de preparación para el nacimiento, contribuye a que el alumbramiento sea una experiencia satisfactoria. Sin embargo, las peticiones del plan de parto no siempre se tienen en cuenta, asegura Jara Ramón, que sostiene que la actuación del profesional sanitario tampoco se basa en la evidencia científica más reciente. “Dejé claro que quería beber agua durante el parto y no me lo permitían. Le dije a la ginecóloga: “pues lo haré igual”. ¿Quién iría a correr una maratón sin haber comido ni bebido nada?”, denuncia Ramón. Según la Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal, publicada en 2010 por el Ministerio de Sanidad, “se recomienda permitir la ingesta de líquidos claros durante el parto”.

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Las mejores posturas para el parto

Las mejores posturas para el parto ¿Existen mejores posiciones que otras para dar a luz? Desde parir a cuatro patas, en cuclillas o tumbadas en una cama. Hay múltiples maneras de dar a luz, algunas desaconsejadas por los expertos. Aquí os dejamos las principales posturas recomendadas tanto por guías oficiales como por profesionales. PARTOS HORIZONTALES EN POSICIÓN DE LITOTOMÍA O SUPINA El parto horizontal o tumbado es la postura más común en los hospitales. Asís Gonzalvo Moliner que trabajó en el Departamento de Maternidad del Hospital Miguel Servet, como matrón y actualmente asiste partos en casa, explica que pese a que esta postura es muy cómoda para el profesional, es “antinatural”. A lo que añade: “La pelvis no se abre bien porque el coxis no tiene movilidad para desplazarse y acompañar al bebé y a la madre en el proceso del pujo”.   Esta postura conocida como litotomía está muchas veces asociada con la epidural, una anestesia, que produce que la madre no sienta tan intensamente las contracciones, aunque limita su movilidad hasta no poder ni mover, ni doblar las piernas – afirma el matrón. Adoptar esta postura está desaconsejado en la Guía de Práctica Clínica sobre Atención [MOU1] al Parto Normal, llevada a cabo por el Ministerio de Sanidad y Política Social en 2010.   “Hoy en día en algunos hospitales cuentan con las camas Hillrom que permiten multitud de posturas, tanto de cuclillas, como apoyando los pies, sentada…”  – Asís Gonzalvo Moliner PARTOS VERTICALES (DE PIE O EN CUCLILLAS) Otras de las posturas que nos propone Gonzalvo Moliner son las verticales, que dan una mayor autonomía a la madre y facilitan la salida del bebé. Este, al descender por la pelvis, va rotando para que la cabeza se adapte a los resaltes. Además, al estar vertical, la fuerza de la gravedad proporciona ayuda[MOU1] . La Guía del Ministerio añade que en posición vertical (con analgesia epidural), se observa una reducción de la duración del parto. A estas indicaciones se suman las de la Organización Mundial de la Salud, que la recomiendan en su documento “Recomendaciones de la OMS para los cuidados durante el parto, para una experiencia de parto positiva”. PARTOS DE LADO Muchas otras mujeres deciden realizar el periodo expulsivo de forma lateral. En esta postura, al ya no estar apoyada sobre el coxis, deja cierta movilidad para ayudar a salir al bebé. Además, la Guía del Ministerio constata que en las mujeres que paren en posición lateral se producen menos intervenciones médicas como episiotomías, fórceps… Aunque estas posiciones, también se asocian a un mayor número de desgarros de segundo grado y de hemorragias posparto. PARTOS SENTADA Según esta guía, aquellas mujeres que tenían su parto en posición sentada presentaban menos casos de traumas en la zona del perineo. A su vez, afirmaban tener un mayor grado de confort y autonomía. PARTOS EN CUADRUPEDIA Según nos cuenta Gonzalvo Moliner, esta postura permite a la madre levantar la espalda y reclinarla según necesidades. El Ministerio constata que aquellas mujeres que adoptan esta postura presentan menor dolor lumbar persistente tras el parto y la sensación de un parto más corto (aunque no encontremos diferencias reales en cuanto a la duración). LA MEJOR POSTURA Pese a la multitud de opciones, tanto profesionales como fuentes oficiales afirman que la mejor postura es aquella con la que tú te sientas más cómoda. “La mamá decide la postura que prefiera y eso ayuda a que (todo) salga con calma” – afirma Asís. El Ministerio recalca la importancia de esta decisión que alimenta un ambiente de apoyo y de comunicación durante el parto, dando a las mujeres un sentido de competencia y logro personal, disminuyendo efectos como la depresión postnatal. Asimismo, la OMS aconseja dar a elegir la postura a la madre. Estas decisiones muchas veces no se pueden ver reflejadas en la realidad. Pues las madres aragonesas como Idoia de la asociación El Parto es Nuestro nos cuentan: “Tú preguntas: ¿me atenderíais un parto en cuclillas? Y te responden no, porque no sé”. Nuestra recomendación desde el Proyecto Salomónicas es que si buscas que tu voz se tenga en cuenta, rellenes un plan de parto. Así como que tú y tu acompañante tengáis muy claro cómo queréis llevar a cabo el parto.

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